miércoles, 24 de abril de 2013

El laberinto de la obsesión...

 Muchas veces, a lo largo de nuestra vida, nos obsesionamos con cosas, lugares, tiempos, personas, por alguna razón, que de primera instancia, no entendemos.  Solemos dejar esa obsesión vagando en nuestras mentes, rondando en el laberinto de nuestros pensamientos, deambulando en los pasillos sin fin, que a su vez nos lleva a otros pasillos nuevos, que a la larga nos conecta al primero, dejándonos perder en círculos interminables.  Y a la larga, la fatiga nos vence, nos asfixia, nos ahoga, nos entierra.  Y no es hasta que ya estamos en ese último aliento, cuando nos decidimos a buscar, en desespero, un acto de cierre que nos guíe a llenar nuestros pulmones de aire de aceptación y de olvido...





La vida nos ofrece muchas cosas, lugares, tiempos y personas que nos permiten caer en una obsesión.  Y cuando digo obsesión, me refiero a una manía, ofuscación, ceguera, obstinación.  Hacemos las cosas con ese "algo" siempre mente, repetidamente.  Llegamos a unos extremos que nosotros mismos no lo hubiéremos alcanzado, de alguna otra manera.  Ese "algo" nos martilla nuestra mente, y no podemos evitar seguir enfocados en el mismo.  A veces nos dejamos arropar por la ceguera de ese "algo", que olvidamos lo que nos rodea.  Terceras personas caen heridos en la guerra de nuestra obsesión, y hay veces que las heridas son tan profundas, que aunque encontremos nuestro cierre, llevan al más allá a esa otra persona, causando una pérdida irreparable.  Todos, de una manera u otra y a un nivel diferente, nos dejamos arrastras por estas obsesiones, pero recae en nosotros actuar para encontrar nuestro cierre, antes de que sea muy tarde.  El primer paso debe ser identificar ese "algo" que nos impide pensar claramente, que nos ciega a la realidad de nuestro problema.  Una vez identificado, pregúntate cuál es la raíz de esa obsesión, qué estás tratando de compensar con la misma.  Cuando ya puedes entender esto, y puedas comenzar a trabajar con dejarla ir, con dejarla volar, con desprenderla de tu ser, con buscar una salida, con poner los pies en la tierra, abriendo los ojos y situando la mirada en lo que realmente vale, tomando una bocanada de aire fresco de aceptación y olvido. Y es entonces cuando podrás encontrar el sentido en el laberinto de pensamientos y vivir realmente, una vez más...

sábado, 13 de abril de 2013

Perdidos

Nos pasamos por la vida caminando, sin una ruta, sin un propósito, sin un sentido... Dejamos pasar por alto lo que está a nuestro alrededor, o quienes están cerca, sin saber que por andar perdido en los senderos de la vida, podemos herir a quien más  nos quiere...



Hay veces que tenemos que tocar fondo para abrir los ojos a nuestras realidades.  Hay cosas que pueden estar con nosotros por años: puede ser una vieja herida, una inseguridad, un temor...Si no estamos conscientes, o simplemente decidimos ignorarlo, suele afectarnos, de manera que lo podemos transmitir a aquellos que están cerca.  No prestamos atención a las heridas que pueden causar nuestras palabras, o el dolor que puedan causar nuestros gestos.  Nos reafirmamos a diario que nuestras acciones son las correctas, aún cuando siempre hay una pequeña voz que nos dice que no es así.  No sé si es orgullo, o simplemente cobardía de aceptar que erramos, pero el problema aún más grande es que cuando nos confrontan, seguimos creyéndonos que estamos bien.  Hasta que de pronto comenzamos a señalar a todos los que están a nuestro alrededor, a culparlos por nuestras acciones y a reflejar el desprecio que sentimos por nosotros mismos, a esa otra persona.  Y cuando decidimos, engañados, a tomar una decisión para hacerle ver a esa otra persona cuán mal está, la realidad nos estalla en la cara, y todo se vira en contra nuestra, todo se derrumba a nuestro alrededor, y comenzamos a caminar por el camino gris de lluvia.   Y tocamos fondo, y abrimos los ojos, y aceptamos la culpa, vemos la realidad y lloramos un mar de lágrimas... Y si antes estábamos perdidos sin saberlo, ahora sabemos que lo estamos...

domingo, 7 de abril de 2013

Cuando sabemos que esa persona es...



Cuando no puedes dormir, sin esa persona a tu lado... Cuando te pierdes en su abrazo y olvidas que el mundo existe... Cuando su aliento en tu piel te estremece y tu cuerpo reacciona sin que lo puedas controlar... Cuando estás todo el día esperando a que sea la noche para poder verlo... Cuando piensas en su sonrisa, y una se dibuja en tus labios... Cuando te dice justo las palabras que quieres escuchar... Cuando sabes que puedas contar para todo con él.... Cuando te roba una sonrisa, a pesar de que lágrimas inundan tus ojos. Cuando él sabe todos tus secretos, y por más oscuros, no lo van a alejar... Cuando todo lo que te rodea, te recuerda a él...  Cuando el olor de su piel, despierta los más profundos deseos... Cuando te pierdes en el placer de entregarte completamente, volviéndose uno...  Cuando despiertas a su lado en las mañanas,  no puedes contenerte y lo despiertas a besos...  Cuando te das cuenta de que él es todo lo que buscabas... Cuando cada día quieres ser mejor para él, porque es quien te inspira...  

Pero sobre todo, cuando todo esto es correspondido...  

XOXOXO
-S.Mateo

lunes, 1 de abril de 2013

Camino roto...

A veces actuamos totalmente diferente a lo que estamos acostumbrados, a lo que somos y a lo que sentimos.  Hasta que de repente te encuentras en un punto que no puedes dar marcha atrás, dejando un camino roto de discusiones, inseguridad y pérdidas.






¿Te ha sucedido alguna vez que ten envuelves en una discusión que lleva a otra, y al final, cuando te detienes a pensar cuál fue la razón primordial de esta discusión, no la recuerdas?  A veces nos perdemos en discutir y enfadarnos por cosas triviales, que no tienen sentido, no tienen peso y por alguna razón seguimos dando vueltas en el mismo asunto sin parar, por simplemente "ganar" esa discusión.  Llega el momento dado en que simplemente echamos en cara a la otra persona cosas pequeñas que se disfrazan de un problema grande.  Y lo peor del caso es que realmente eso ni siquiera es el "elefante rosado" en el cuarto.  Tendemos a desviar el verdadero problema, ya sea por que no se tiene el valor de señalarlo, o porque simplemente no sabes cuál es ese problema en sí, en un nivel consciente.  Y no es hasta que se toman decisiones drásticas y nos encontramos en ese camino roto, que nos decidimos a revelar el verdadero problema, o lo descubrimos en el caso de que los que no lo conocían a ese nivel consciente.  Lo triste del caso es que a veces perdemos tanto, por no tomar a ese elefante rosado por las orejas y enfrentar el nombre y el apellido del mismo.  ¿Cuál es tu elefante rosado? Si lo revelamos hoy a ese ser querido, tal vez podamos virar de ese camino roto antes de que sea tarde...