A veces lo que uno necesita para crecer es seguir su propio camino de ladrillos amarillos. Ante los ojos de otros, puede ser un tanto drástico, y hasta impulsivo, pero son cambios necesarios que nos ayudan a experimentar la vida fuera del "comfort zone" y nos ayuda a conocernos y forjar nuestro propio destino. Esto a su vez logra definirnos, ya que comenzamos a decidir por nosotros mismos y no por lo que los demás quieran...
Usualmente el primer paso es el más difícil. Tomar la decisión de hacerlo. Es lo lo que más terror nos causa, ese miedo a la incertidumbre de no saber que nos espera en el horizonte. A veces nos detenemos a observar ese horizonte y hasta perdemos horas imaginando qué hay más allá del mismo. Y el terror de no saberlo nos detiene, nos encadena al suelo conocido y nos volvemos conformes. Pensamos en todas las cosas que pueden surgir mal, en vez de enfocarnos en lo que podemos ganar. Pero, una vez nos lanzamos, ya sea con los ojos abiertos o cerrados, ya sea sabiendo con certeza lo que queremos hacer, o con todas las inseguridades abrigándonos, nos volvemos más fuertes, nos comenzamos a definir como persona y comenzamos a crecer. ¿Qué importa lo que nos depare más allá del horizonte? ¿Qué importa si mares y océanos nos separan de nuestro hogar? ¿Qué importa si una lengua extranjera es la piedra más grande en nuestro camino? Lo que importa es que nos hacemos más grandes cuando tomamos rienda de nuestras vidas y comenzamos a controlar nuestro camino. Lo que importa es que nos lanzamos, y luchemos por alcanzar nuestros sueños. Lo que importa es que nunca olvidemos que siempre podemos regresar, chocando tres veces nuestros tacones rojos...
I will miss u Ana!
En este Blog encontrarás una interpretación de lo que observo en situaciones que me rodean, con el propósito de sumergir al lector en mis pensamientos. Te invito a que analices el texto y compartas conmigo tus opiniones.
martes, 10 de septiembre de 2013
viernes, 3 de mayo de 2013
El resabio del pasado en nuestros labios...
Es extraño cuando uno se detiene a pensar en el pasado, especialmente cuando tropezamos con sentimientos encontrados de nuestras experiencias. De momento nos perdemos en un mar de recuerdos, que nos dibujan, en un segundo, una sonrisa, la cual es arrebatada de nuestro rostro por la próxima oleada que acarrea lágrimas. Pero siempre me he preguntado por qué sucumbimos a la tentación de ese pasado, si conocemos, sus vicios, sus intenciones y el triste resabio que dejó en nuestros labios. Pero, la única respuesta que puedo concebir, es que siempre deseamos lo que ya no nos pertenece...
Cuando nos envolvemos en la asiduidad diaria de nuestro vivir, y no aceptamos que nuestras condiciones han cambiado, y que no somos esos jóvenes sin responsabilidades que una vez fuimos, y odiamos la realidad de nuestra situación, solemos escaparnos a ese pasado, con la interrogante del qué hubiera sucedido si actuáramos diferente. Entonces, comenzamos a cometer errores en nuestro presente. Dejamos escabullir entre nuestros dedos nuestro nuevo hoy, que se forja con nuevas experiencias, relaciones y acciones, y que si nos enfocáramos, podrían llevarnos a un resultado diferente de la situación actual. Esos errores nos llevan a herir a los que nos rodean, y nos confunden, nos ciegan y nos hacen creer que lo que tenemos no vale, que siempre hay algo más allá que nos puede hacer sentir mejor. Esos errores, en ocasiones, nos llevan a inventar una falsa re-afirmación en nuestras mentes de que tenemos que sentir algo diferente a la estabilidad actual, para sentirnos vivos, para sentir que valemos, para sentirnos apreciados. Solemos causar dramas innecesarios, solemos perdernos en una ilusión de alguien que no nos pertenece, para tratar de buscar esa escapatoria, solemos sobrepasar límites sin detenernos a pensar en sus consecuencias. Y cuando estamos en medio del torbellino del fruto de nuestras acciones, donde todos esos límites que pasamos y esos errores que cometimos, amenazan con destruir lo que podría ser nuestro nuevo hoy, entonces señalamos y culpamos a nuestra inmadurez, y pretendemos que todo estará bien... Pero no crecemos, no aceptamos, no olvidamos, no dejamos que nuestro presente cree las nuevas experiencias que impidan que vivamos en ese pasado. Y, por un tiempo, viviremos la mentira de que podemos conmutar...
Hasta la próxima vez que volvamos a odiar nuestra realidad y sucumbamos a la tentación de saborear ese pasado que, una vez más, dejará un triste resabio en nuestros labios...
miércoles, 24 de abril de 2013
El laberinto de la obsesión...
Muchas veces, a lo largo de nuestra vida, nos obsesionamos con cosas, lugares, tiempos, personas, por alguna razón, que de primera instancia, no entendemos. Solemos dejar esa obsesión vagando en nuestras mentes, rondando en el laberinto de nuestros pensamientos, deambulando en los pasillos sin fin, que a su vez nos lleva a otros pasillos nuevos, que a la larga nos conecta al primero, dejándonos perder en círculos interminables. Y a la larga, la fatiga nos vence, nos asfixia, nos ahoga, nos entierra. Y no es hasta que ya estamos en ese último aliento, cuando nos decidimos a buscar, en desespero, un acto de cierre que nos guíe a llenar nuestros pulmones de aire de aceptación y de olvido...
La vida nos ofrece muchas cosas, lugares, tiempos y personas que nos permiten caer en una obsesión. Y cuando digo obsesión, me refiero a una manía, ofuscación, ceguera, obstinación. Hacemos las cosas con ese "algo" siempre mente, repetidamente. Llegamos a unos extremos que nosotros mismos no lo hubiéremos alcanzado, de alguna otra manera. Ese "algo" nos martilla nuestra mente, y no podemos evitar seguir enfocados en el mismo. A veces nos dejamos arropar por la ceguera de ese "algo", que olvidamos lo que nos rodea. Terceras personas caen heridos en la guerra de nuestra obsesión, y hay veces que las heridas son tan profundas, que aunque encontremos nuestro cierre, llevan al más allá a esa otra persona, causando una pérdida irreparable. Todos, de una manera u otra y a un nivel diferente, nos dejamos arrastras por estas obsesiones, pero recae en nosotros actuar para encontrar nuestro cierre, antes de que sea muy tarde. El primer paso debe ser identificar ese "algo" que nos impide pensar claramente, que nos ciega a la realidad de nuestro problema. Una vez identificado, pregúntate cuál es la raíz de esa obsesión, qué estás tratando de compensar con la misma. Cuando ya puedes entender esto, y puedas comenzar a trabajar con dejarla ir, con dejarla volar, con desprenderla de tu ser, con buscar una salida, con poner los pies en la tierra, abriendo los ojos y situando la mirada en lo que realmente vale, tomando una bocanada de aire fresco de aceptación y olvido. Y es entonces cuando podrás encontrar el sentido en el laberinto de pensamientos y vivir realmente, una vez más...
sábado, 13 de abril de 2013
Perdidos
Nos pasamos por la vida caminando, sin una ruta, sin un propósito, sin un sentido... Dejamos pasar por alto lo que está a nuestro alrededor, o quienes están cerca, sin saber que por andar perdido en los senderos de la vida, podemos herir a quien más nos quiere...
Hay veces que tenemos que tocar fondo para abrir los ojos a nuestras realidades. Hay cosas que pueden estar con nosotros por años: puede ser una vieja herida, una inseguridad, un temor...Si no estamos conscientes, o simplemente decidimos ignorarlo, suele afectarnos, de manera que lo podemos transmitir a aquellos que están cerca. No prestamos atención a las heridas que pueden causar nuestras palabras, o el dolor que puedan causar nuestros gestos. Nos reafirmamos a diario que nuestras acciones son las correctas, aún cuando siempre hay una pequeña voz que nos dice que no es así. No sé si es orgullo, o simplemente cobardía de aceptar que erramos, pero el problema aún más grande es que cuando nos confrontan, seguimos creyéndonos que estamos bien. Hasta que de pronto comenzamos a señalar a todos los que están a nuestro alrededor, a culparlos por nuestras acciones y a reflejar el desprecio que sentimos por nosotros mismos, a esa otra persona. Y cuando decidimos, engañados, a tomar una decisión para hacerle ver a esa otra persona cuán mal está, la realidad nos estalla en la cara, y todo se vira en contra nuestra, todo se derrumba a nuestro alrededor, y comenzamos a caminar por el camino gris de lluvia. Y tocamos fondo, y abrimos los ojos, y aceptamos la culpa, vemos la realidad y lloramos un mar de lágrimas... Y si antes estábamos perdidos sin saberlo, ahora sabemos que lo estamos...
domingo, 7 de abril de 2013
Cuando sabemos que esa persona es...
Pero sobre todo, cuando todo esto es correspondido...
XOXOXO
-S.Mateo
lunes, 1 de abril de 2013
Camino roto...
A veces actuamos totalmente diferente a lo que estamos acostumbrados, a lo que somos y a lo que sentimos. Hasta que de repente te encuentras en un punto que no puedes dar marcha atrás, dejando un camino roto de discusiones, inseguridad y pérdidas.
¿Te ha sucedido alguna vez que ten envuelves en una discusión que lleva a otra, y al final, cuando te detienes a pensar cuál fue la razón primordial de esta discusión, no la recuerdas? A veces nos perdemos en discutir y enfadarnos por cosas triviales, que no tienen sentido, no tienen peso y por alguna razón seguimos dando vueltas en el mismo asunto sin parar, por simplemente "ganar" esa discusión. Llega el momento dado en que simplemente echamos en cara a la otra persona cosas pequeñas que se disfrazan de un problema grande. Y lo peor del caso es que realmente eso ni siquiera es el "elefante rosado" en el cuarto. Tendemos a desviar el verdadero problema, ya sea por que no se tiene el valor de señalarlo, o porque simplemente no sabes cuál es ese problema en sí, en un nivel consciente. Y no es hasta que se toman decisiones drásticas y nos encontramos en ese camino roto, que nos decidimos a revelar el verdadero problema, o lo descubrimos en el caso de que los que no lo conocían a ese nivel consciente. Lo triste del caso es que a veces perdemos tanto, por no tomar a ese elefante rosado por las orejas y enfrentar el nombre y el apellido del mismo. ¿Cuál es tu elefante rosado? Si lo revelamos hoy a ese ser querido, tal vez podamos virar de ese camino roto antes de que sea tarde...
viernes, 8 de febrero de 2013
Mientras... espero
Eso apareció en el viejo armario de mi blog de Myspace.... Es uno de mis blogs favoritos, cuando lo escribí pude plasmar en cada palabra lo que sentía en ese momento. Lo leo nuevamente en voz alta y es como si pudiera saborear nuevamente la amargura y el dolor con el cual lo escribí . Esto fue escrito en Abril 11, de 2008, hace casi 5 años atrás, mientras estaba sola es Estados Unidos, cuando rompí con mi pareja de aquel entonces. Le hice unos cambios y correcciones y aquí les va:
Si escribiera hoy sobre mi vida, las palabras más tristes crucificarían aquellas letras que intentasen describir el dolor que siento. Si me decidiera a expresar, aunque fuera con suspiros mis sentimientos, el temor de hacerlo, matarían los mismos antes de que salieran de mis pulmones. Si me detuviera a pensar porque estoy aquí, los malos recuerdos inundarían mis ojos de lágrimas. Pero cuando me pregunto por qué te amé, aunque no tenga sentido, sí tengo una contestación: enredada en tus palabras de viento, en la música que producían tus labios, en la ternura áspera de tus dedos, me dejé vencer, me dejé cegar. Envuelta en tu aniñado ser, en tus fantasías con sentido, en tus caricias constantes, y en ese aire de obligaciones sin cumplir y libre de preocupaciones, me sentí segura... por un tiempo. Hasta que un golpe me hizo ver la realidad y me hizo entender que no todo es una ilusión, que hay mucho que hacer más allá de nuestro amor, y que antes de amarte a ti, tenía que aprender a hacer lo mismo conmigo. Aunque quisiera entender qué fue lo que no funcionó, aunque quisiera arañar el aire para obtener una respuesta, aunque quisiera sentirme culpable por lo sucedido, no puedo. Y aunque pudiera darle vuelta al tiempo, y cambiase nuestro escenario, nuestro guión, aun así sería lo mismo; siempre terminaría contigo y nunca seguiría nuestra escena, porque así lo ha planificado nuestro director, el Señor Destino. Pero sí hay algo que puedo hacer, que a la vez es no hacer nada...esperar. Si en las próximas páginas de nuestro guión nos encontramos, cuando nuestros personajes hayan sufrido una transición, y aún el vernos a los ojos permite que el tiempo se detenga a nuestro alrededor, entonces te diré que te amo y que esta vez seguiré siendo solo tuya para siempre. Pero, mientras... espero...
xoxo
-S.Mateo
Si escribiera hoy sobre mi vida, las palabras más tristes crucificarían aquellas letras que intentasen describir el dolor que siento. Si me decidiera a expresar, aunque fuera con suspiros mis sentimientos, el temor de hacerlo, matarían los mismos antes de que salieran de mis pulmones. Si me detuviera a pensar porque estoy aquí, los malos recuerdos inundarían mis ojos de lágrimas. Pero cuando me pregunto por qué te amé, aunque no tenga sentido, sí tengo una contestación: enredada en tus palabras de viento, en la música que producían tus labios, en la ternura áspera de tus dedos, me dejé vencer, me dejé cegar. Envuelta en tu aniñado ser, en tus fantasías con sentido, en tus caricias constantes, y en ese aire de obligaciones sin cumplir y libre de preocupaciones, me sentí segura... por un tiempo. Hasta que un golpe me hizo ver la realidad y me hizo entender que no todo es una ilusión, que hay mucho que hacer más allá de nuestro amor, y que antes de amarte a ti, tenía que aprender a hacer lo mismo conmigo. Aunque quisiera entender qué fue lo que no funcionó, aunque quisiera arañar el aire para obtener una respuesta, aunque quisiera sentirme culpable por lo sucedido, no puedo. Y aunque pudiera darle vuelta al tiempo, y cambiase nuestro escenario, nuestro guión, aun así sería lo mismo; siempre terminaría contigo y nunca seguiría nuestra escena, porque así lo ha planificado nuestro director, el Señor Destino. Pero sí hay algo que puedo hacer, que a la vez es no hacer nada...esperar. Si en las próximas páginas de nuestro guión nos encontramos, cuando nuestros personajes hayan sufrido una transición, y aún el vernos a los ojos permite que el tiempo se detenga a nuestro alrededor, entonces te diré que te amo y que esta vez seguiré siendo solo tuya para siempre. Pero, mientras... espero...
xoxo
-S.Mateo
jueves, 7 de febrero de 2013
En suspenso
Llega un momento en nuestras vidas que nos hacemos ciertas preguntas. Y tal vez no queremos enfrentar las respuestas que ya sabemos. Y el suspenso de enfrentar las respuestas es peor aún, cuando las respuestas las esperas de otra persona...
En estos días que estado sola en mi casa, ya que mi jefe fue tan gentil de darme el fin de semana libre (cosa que no pasa muy frecuentemente), me he puesto a meditar sobre cosas de la vida, dónde estoy, hacia dónde voy. Miro hacia atrás y noto que la vida es un tren que no tiene paradas y que en un abrir y cerrar de ojos estoy aquí, que todos se mueven en direcciones diferentes, todos cambian y yo sigo aquí, en este viaje sin destino.
Aún recuerdo haberme graduado de la escuela superior como si fuera ayer. Siempre quise acelerar las cosas, siempre fui más madura que mi edad cuando pequeña, y no podía esperar a crecer. De hecho, sigue siendo así en mi vida profesional. Mi jefe siempre bromea que yo soy otra cosa, que no pueden comparar a otras compañeras de mi edad conmigo, porque yo he tenido otras vivencias y soy más madura. Pero cuando me detengo a pensar en esas palabras, me pregunto: ¿qué he hecho diferente yo? Es cierto que viví sola en Estados Unidos, que siempre fui mas independiente, que siempre fui más responsable (luego de la fase loca de la universidad), y aparentemente muy valiente y he llegado mucho más lejos que otras personas, trabajando arduamente, pero nada más especial, nada más fuera de lo común.
Últimamente siento como un vacío, como si algo faltara. Como cuando uno va al trabajo y estás en el carro y sientes que algo se te quedó, pero ignoras ese pensamiento, y cuando llegas a tu trabajo, te percatas que se te quedó el celular, o las llaves, o el reporte que tenías que entregar. O como cuando no puedes dormir durante la noche porque se te olvidó terminar algo en el trabajo, o pagar una factura, o hacer una cita importante. Y le doy vueltas en mi cabeza al asunto, una y otra vez. Una parte de mi mente trata de desviar mis pensamiento a otra cosa, para tratar de protegerme, pero otra parte me grita las preguntas a las cuales le tengo tanto temor.
Y peor aún cuando llego a tratar de enfrentar las respuestas de mis preguntas, mi mente completa se esconde como una niña temerosa debajo de la cama. Ni siquiera me atrevo a hacer esas preguntas directas a esa otra persona. Es como si le tuviera miedo al mismo suspenso entre el hacer la pregunta y recibir la contestación. Es como si temiera el suspenso de una evasiva pregunta disfrazada de respuesta. Y el significado que eso pueda tener...
Y lo peor de todo, cuando al fin tengo la valentía de hacer esa pregunta, el suspenso se vuelve terror, al obtener una respuesta que ya sabía: seguiré en el tren sin parada por un tiempo indefinido, mientras todos continúan moviéndose alrededor...
Y yo... yo sí quiero moverme, como todos ellos, sí...
XOXO
-S.Mateo
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