domingo, 10 de julio de 2016

Los desentendidos

Hace tanto que no escribo, pero hoy me obligué a hacerlo, porque quiero escribir acerca de lo que observo día a día. No sé si es porque estoy más viejita, o por que simplemente la vida se ha encargado de abrirme los ojos a lo que es incorrecto, pero últimamente pierdo la paciencia con la dejadez de algunos jóvenes, como yo.

En esta llamada generación de "Millenials", a la cual pertenezco, hay un grupo de personas con unas costumbres muy particulares que rechazo. Son aquellas personas, de esta generación, que no tienen sentido de responsabilidad, que no tienen ese ímpetu de luchar por más, y luego se quejan que las cosas no le salen como quieren. Para propósitos de este blog, los llamaré los desentendidos. Que conste, esto es basado en lo que observo día a día, y es sólo mi interpretación personal.

Los desentendidos vagan por el mundo si razón de ser, sin saber quiénes son, pero sin esforzarse a saberlo

Los desentendidos son esas personas a las que ves continuamente escribiendo en su "wall" de Facebook que no tienen dinero, que no tienen suerte, que otros no merecen lo que tienen, que quieren esto o lo otro, quejándose de sus trabajos. Nunca sus posts son de sus metas o logros, o lo duro que luchan para tener lo que quieren. Y no creo que tenga nada que ver con su background familiar; he visto a desentendidos que crecieron en cuna de oro, así como otros que vienen de familia humilde. Todo es una queja, todo está mal, todo, menos ellos y ellas. Porque ellos y ellas merecen más de lo que tienen. Es como si en sus mentes no cupiera hacer un ejercicio de autoevaluación, para trazar su sitación actual, y partir de ahí a los planes futuros. Son incapaces de entender que aquellos a quiénes critican, porque tienen más, lucharon para tenerlo. Sí, hay dos o tres que tienen sin ganárselo, pero esos son los menos. Los más, de alguna manera u otra, han sudado para tener lo que tienen, incluyendo sacrificar a la familia, estar lejos de su tierra, errar en algunas en decisiones y tener el retorno a la inversión de algunos riesgos. Algunos han terminado sus estudios, otros han comenzado desde abajo en sus trabajos, ascendiendo lentamente hasta llegar a donde están, pero lo han sufrido, lo han sudado y lo han ganado; los desentendidos, no.

Los desentendidos utilizan maneras de manipulación teniendo como presa a las mentes débiles que le comen el cuento. Juegan el papel de víctimas, para que otros los añoñen con el "ay bendito". Se disfrazan de personas buenas, inteligentes y empáticas, que tienen mucho en común contigo. Escogen cuidadosamente los momentos para compartir contigo, ya que sólo son aquéllos a los cuales pueden sacarle algo. Cuando están en tu círculo de personas cercanas, se aprovechan, piden y reciben, y en sus mentes esto les pertence, porque tu eres su familia, o amistad y para eso es que tú lo eres. Sólo se comunican contigo cuando necesitan algo, pero si tu necesitas algo, no cuentes con ellos. Toman decisiones sin medir las consecuencias y sin tomar responsabilidad, sin un plan. Prefieren comprarse ese regalito que tanto les gusta, sin importar que hay cuentas que pagar, que necesitan comer, pero no importa, porque siempre hay una mente débil que les provee. Se aferran como vampiros hasta que pasa una de dos cosas: la víctima se percata del juego y se aleja, o la víctima cae en la misma mentalidad contaminada y continuan juntos en un ciclo de codependencia.

Los desentendidos, en su ambiente de trabajo, buscan las manera de echarle la culpa de su ineficiencia al de al lado, o inclusive a su superior. Se aferra de lo que sea para victimizarse, y tratar de demostrar que su desempeño es reflejo de falta de herramientas; cuando en realidad es que no le da la gana de utilizar las que tiene. Son aquellas personas, las que llegan a su trabajo a duras penas,  arrastrando los pies, los que llegan tarde, los que faltan, los que buscan cualquier excusa para hacer lo mínimo requerido. No muestrasn orgullo en lo que hacen, no son agradecidos por las oportunidades que se les dan. Se quedan en ese limbo de mediocridad, que los consume y los entierra en ese pensar de que merecen más, sin ganárselo.


Cuando tratas de hacerle entender, a un desentendido, que necesita un plan, cae nuevamente en el papel de que son víctimas y tú eres malo porque no entiendes su situación, porque ellos piensan que
 esa es su realidad, y todo fuera de eso no existe. Y cuando saben que ya no les juegas el papel de
 dador alegre, te desechan para buscar a la próxima víctima.

Y a este punto estarás pensando que esto es una crítica vacía que no provee solución. Pero te pregunto, ¿cómo se le hace entender a alguien que no quiere hacerlo? Puedes aconsejar una y otra vez, pero al igual que los adictos, un desentendido tiene que decidir por sí mismo dejar sus juegos atrás. Tal vez tenga que tocar fondo antes de que abra los ojos, tal vez tenga que perderlo todo y a todos para encontrase, tal vez tenga que chocarse de frente con su reflejo para observar quién es.
En fin, un desentendido sólo puede dejar de serlo, cuando decida entender que es un desentendido.

martes, 28 de enero de 2014

El espejo de la realidad

A veces tenemos que actuar, y crear un personaje que no somos para poder escurrirnos en situaciones que nos sentimos ajenos.  Todos aceptan ese personaje como cierto, interactúan con éste, le buscan conversación y hasta le siguen con alta estima.  Pero al final del día nos miramos en el espejo, y ese personaje que está de frente al otro lado del vidrio, nos devuelve una mirada burlona y profunda que hace eco en nuestras mentes con la frase "sólo te engañas a tí".


Si nos detenemos un momento a pensar cómo nos comportamos en diferentes escenarios - el trabajo, reuniones de amigos, en casa de nuestra familia - y observamos con detenimiento desde afuera nuestros movimientos, podemos llegar a la conclusión de que el yo de mi casa no es el mismo que el del trbajo, o el que comparte con nuestros amigos o familia.  A veces por nuestras mismas creencias sociales o nuestros prejuicios nos llevan a crear ese personaje que actua cuidadosamente de una manera diferente para encajar.  Y es precisamente ese esfuerzo, el que nos enajena de cada situación.  Y a eso se añaden las variables de cuando comenzamos a analizar qué es lo que piensan otros de nosotros en X o Y situación.  Por ejemplo, si cuando salimos a cenar con nuestros amigos, ellos tienen una idea creada de que tu pareja y tu tienen una relación donde la mujer es la de los pantalones, actuamos para alimentar esas expectativas, haciendo una comedia falsa de la relación frente a ellos, y sirviéndoles con par de líneas de un guión improvisado, que definen cada rol justo como ellos esperaban.  Si te encuentras en una situación donde sabes que una amiga que no quieres perder, secretamente te detesta, actúas en baja y dándole muchos cumplidos para hacerla sentir superior, y dejándole saber cuán supuestamente no perfecta tu vida es.  O cuando tus compañeros de trabajo entran en crisis porque son unos incompetentes, actúas para resolver sus problemas, haciéndoles creer que la resolución siempre fue de ellos.  Pero está el otro lado de la moneda: cuando por lo contrario nos creemos superiores a lo que la gente piensa de nosotros y comenzamos a improvisar maneras manipuladas para establecer nuestro lugar, y hacerlos sentir inferiores, alardeando lo que carecemos, hasta que todos lo creen.  A veces hasta usamos preguntas que nosotros mismos contestamos para establecer  nuestro fingido conocimiento, y hacerle creer a los demás que siempre tenemos la razón.  En otras ocasiones el libreto de nuestro personaje es la alegada experiencia, que se convierte en nuestra excusa para tener la última palabra o la respuesta correcta.  Y a veces nos creemos que salimos victoriosos, pero siempre hay alguien que nos define, siempre hay alguien que hace un "call" a nuestro "bluff".  Y entonces recurrimos a sacar de  nuestro clóset otro personaje para remediar la situación, entrando en un ciclo.
Cada vez que creamos un personaje adicional, o convocamos uno de los ya pre-existentes, para ser alguien que en nuestro ser sabemos que no somos, nos perdemos en ese vacío lejano a nuestra identidad, nos minimizamos, nos restamos valor.  A veces somos lo suficientemente ingenuos para engañarnos utilizando estos personajes creados, como protección, porque detestamos el verdadero yo, o peor aún, porque no conocemos ese verdadero yo.  Pero al final del día, la Realidad desenmascara nuestra producción teatral, enfrentándonos ante ese espejo, en cual la mirada burlona y profunda sí sabe quiénes somos...

-S.Mateo

martes, 10 de septiembre de 2013

Cuando seguimos nuestro camino de Ladrillos Amarillos...

A veces lo que uno necesita para crecer es seguir su propio camino de ladrillos amarillos.  Ante los ojos de otros, puede ser un tanto drástico, y hasta impulsivo, pero son cambios necesarios que nos ayudan a experimentar la vida fuera del "comfort zone" y nos ayuda a conocernos y forjar nuestro propio destino.  Esto a su vez logra definirnos, ya que comenzamos a decidir por nosotros mismos y no por lo que los demás quieran...



Usualmente el primer paso es el más difícil.  Tomar la decisión de hacerlo.  Es lo lo que más terror nos causa, ese miedo a la incertidumbre de no saber que nos espera en el horizonte.  A veces nos detenemos a observar ese horizonte y hasta perdemos horas imaginando qué hay más allá del mismo.  Y el terror de no saberlo nos detiene, nos encadena al suelo conocido y nos volvemos conformes.  Pensamos en todas las cosas que pueden surgir mal, en vez de enfocarnos en lo que podemos ganar.  Pero, una vez nos lanzamos, ya sea con los ojos abiertos o cerrados, ya sea sabiendo con certeza lo que queremos hacer, o con todas las inseguridades abrigándonos, nos volvemos más fuertes, nos comenzamos a definir como persona y comenzamos a crecer.  ¿Qué importa lo que nos depare más allá del horizonte?  ¿Qué importa si mares y océanos nos separan de nuestro hogar? ¿Qué importa si una lengua extranjera es la piedra más grande en nuestro camino? Lo que importa es que nos hacemos más grandes cuando tomamos rienda de nuestras vidas y comenzamos a controlar nuestro camino. Lo que importa es que nos lanzamos, y  luchemos por alcanzar nuestros sueños.  Lo que importa es que nunca olvidemos que siempre podemos regresar, chocando tres veces nuestros tacones rojos...


I will miss u Ana!

viernes, 3 de mayo de 2013

El resabio del pasado en nuestros labios...

Es extraño cuando uno se detiene a pensar en el pasado, especialmente cuando tropezamos con sentimientos encontrados de nuestras experiencias.  De momento nos perdemos en un mar de recuerdos, que nos dibujan, en un segundo, una sonrisa, la cual es arrebatada de nuestro rostro por la próxima oleada que acarrea lágrimas.  Pero siempre me he preguntado por qué  sucumbimos a la tentación de ese pasado, si conocemos,  sus vicios, sus intenciones y el triste resabio que dejó en nuestros labios. Pero, la única respuesta que puedo concebir, es que siempre deseamos lo que ya no nos pertenece...



Cuando nos envolvemos en la asiduidad diaria de nuestro vivir, y no aceptamos que nuestras condiciones han cambiado, y que no somos esos jóvenes sin responsabilidades que una vez fuimos, y odiamos la realidad  de nuestra situación, solemos escaparnos a ese pasado, con la interrogante del qué hubiera sucedido si actuáramos diferente.  Entonces, comenzamos a cometer errores en nuestro presente.  Dejamos escabullir entre nuestros dedos nuestro nuevo hoy, que se forja con nuevas experiencias, relaciones y acciones, y que si nos enfocáramos, podrían llevarnos a un resultado diferente de la situación actual.  Esos errores  nos llevan a herir a los que nos rodean, y nos confunden, nos ciegan y nos hacen creer que lo que tenemos no vale, que siempre hay algo más allá que nos puede hacer sentir mejor.  Esos errores, en ocasiones, nos llevan a inventar una falsa re-afirmación en nuestras mentes de que tenemos que sentir algo diferente a la estabilidad actual, para sentirnos vivos, para sentir que valemos, para sentirnos apreciados.  Solemos causar dramas innecesarios, solemos perdernos en una ilusión de alguien que no nos pertenece, para tratar de buscar esa escapatoria, solemos sobrepasar límites sin detenernos a pensar en sus consecuencias.  Y cuando estamos en medio del torbellino del fruto de nuestras acciones, donde todos esos límites que pasamos y esos errores que cometimos, amenazan con destruir lo que podría ser nuestro nuevo hoy, entonces señalamos y culpamos a nuestra inmadurez, y pretendemos que todo estará bien...  Pero no crecemos, no aceptamos, no olvidamos, no dejamos que nuestro presente cree las nuevas experiencias que impidan que vivamos en ese pasado.  Y, por un tiempo, viviremos la mentira de que podemos conmutar...
Hasta la próxima vez que volvamos a odiar nuestra realidad y sucumbamos a la tentación de saborear ese pasado que, una vez más, dejará un triste resabio en nuestros labios...

miércoles, 24 de abril de 2013

El laberinto de la obsesión...

 Muchas veces, a lo largo de nuestra vida, nos obsesionamos con cosas, lugares, tiempos, personas, por alguna razón, que de primera instancia, no entendemos.  Solemos dejar esa obsesión vagando en nuestras mentes, rondando en el laberinto de nuestros pensamientos, deambulando en los pasillos sin fin, que a su vez nos lleva a otros pasillos nuevos, que a la larga nos conecta al primero, dejándonos perder en círculos interminables.  Y a la larga, la fatiga nos vence, nos asfixia, nos ahoga, nos entierra.  Y no es hasta que ya estamos en ese último aliento, cuando nos decidimos a buscar, en desespero, un acto de cierre que nos guíe a llenar nuestros pulmones de aire de aceptación y de olvido...





La vida nos ofrece muchas cosas, lugares, tiempos y personas que nos permiten caer en una obsesión.  Y cuando digo obsesión, me refiero a una manía, ofuscación, ceguera, obstinación.  Hacemos las cosas con ese "algo" siempre mente, repetidamente.  Llegamos a unos extremos que nosotros mismos no lo hubiéremos alcanzado, de alguna otra manera.  Ese "algo" nos martilla nuestra mente, y no podemos evitar seguir enfocados en el mismo.  A veces nos dejamos arropar por la ceguera de ese "algo", que olvidamos lo que nos rodea.  Terceras personas caen heridos en la guerra de nuestra obsesión, y hay veces que las heridas son tan profundas, que aunque encontremos nuestro cierre, llevan al más allá a esa otra persona, causando una pérdida irreparable.  Todos, de una manera u otra y a un nivel diferente, nos dejamos arrastras por estas obsesiones, pero recae en nosotros actuar para encontrar nuestro cierre, antes de que sea muy tarde.  El primer paso debe ser identificar ese "algo" que nos impide pensar claramente, que nos ciega a la realidad de nuestro problema.  Una vez identificado, pregúntate cuál es la raíz de esa obsesión, qué estás tratando de compensar con la misma.  Cuando ya puedes entender esto, y puedas comenzar a trabajar con dejarla ir, con dejarla volar, con desprenderla de tu ser, con buscar una salida, con poner los pies en la tierra, abriendo los ojos y situando la mirada en lo que realmente vale, tomando una bocanada de aire fresco de aceptación y olvido. Y es entonces cuando podrás encontrar el sentido en el laberinto de pensamientos y vivir realmente, una vez más...

sábado, 13 de abril de 2013

Perdidos

Nos pasamos por la vida caminando, sin una ruta, sin un propósito, sin un sentido... Dejamos pasar por alto lo que está a nuestro alrededor, o quienes están cerca, sin saber que por andar perdido en los senderos de la vida, podemos herir a quien más  nos quiere...



Hay veces que tenemos que tocar fondo para abrir los ojos a nuestras realidades.  Hay cosas que pueden estar con nosotros por años: puede ser una vieja herida, una inseguridad, un temor...Si no estamos conscientes, o simplemente decidimos ignorarlo, suele afectarnos, de manera que lo podemos transmitir a aquellos que están cerca.  No prestamos atención a las heridas que pueden causar nuestras palabras, o el dolor que puedan causar nuestros gestos.  Nos reafirmamos a diario que nuestras acciones son las correctas, aún cuando siempre hay una pequeña voz que nos dice que no es así.  No sé si es orgullo, o simplemente cobardía de aceptar que erramos, pero el problema aún más grande es que cuando nos confrontan, seguimos creyéndonos que estamos bien.  Hasta que de pronto comenzamos a señalar a todos los que están a nuestro alrededor, a culparlos por nuestras acciones y a reflejar el desprecio que sentimos por nosotros mismos, a esa otra persona.  Y cuando decidimos, engañados, a tomar una decisión para hacerle ver a esa otra persona cuán mal está, la realidad nos estalla en la cara, y todo se vira en contra nuestra, todo se derrumba a nuestro alrededor, y comenzamos a caminar por el camino gris de lluvia.   Y tocamos fondo, y abrimos los ojos, y aceptamos la culpa, vemos la realidad y lloramos un mar de lágrimas... Y si antes estábamos perdidos sin saberlo, ahora sabemos que lo estamos...

domingo, 7 de abril de 2013

Cuando sabemos que esa persona es...



Cuando no puedes dormir, sin esa persona a tu lado... Cuando te pierdes en su abrazo y olvidas que el mundo existe... Cuando su aliento en tu piel te estremece y tu cuerpo reacciona sin que lo puedas controlar... Cuando estás todo el día esperando a que sea la noche para poder verlo... Cuando piensas en su sonrisa, y una se dibuja en tus labios... Cuando te dice justo las palabras que quieres escuchar... Cuando sabes que puedas contar para todo con él.... Cuando te roba una sonrisa, a pesar de que lágrimas inundan tus ojos. Cuando él sabe todos tus secretos, y por más oscuros, no lo van a alejar... Cuando todo lo que te rodea, te recuerda a él...  Cuando el olor de su piel, despierta los más profundos deseos... Cuando te pierdes en el placer de entregarte completamente, volviéndose uno...  Cuando despiertas a su lado en las mañanas,  no puedes contenerte y lo despiertas a besos...  Cuando te das cuenta de que él es todo lo que buscabas... Cuando cada día quieres ser mejor para él, porque es quien te inspira...  

Pero sobre todo, cuando todo esto es correspondido...  

XOXOXO
-S.Mateo