A veces tenemos que actuar, y crear un personaje que no somos para poder escurrirnos en situaciones que nos sentimos ajenos. Todos aceptan ese personaje como cierto, interactúan con éste, le buscan conversación y hasta le siguen con alta estima. Pero al final del día nos miramos en el espejo, y ese personaje que está de frente al otro lado del vidrio, nos devuelve una mirada burlona y profunda que hace eco en nuestras mentes con la frase "sólo te engañas a tí".
Si nos detenemos un momento a pensar cómo nos comportamos en diferentes escenarios - el trabajo, reuniones de amigos, en casa de nuestra familia - y observamos con detenimiento desde afuera nuestros movimientos, podemos llegar a la conclusión de que el yo de mi casa no es el mismo que el del trbajo, o el que comparte con nuestros amigos o familia. A veces por nuestras mismas creencias sociales o nuestros prejuicios nos llevan a crear ese personaje que actua cuidadosamente de una manera diferente para encajar. Y es precisamente ese esfuerzo, el que nos enajena de cada situación. Y a eso se añaden las variables de cuando comenzamos a analizar qué es lo que piensan otros de nosotros en X o Y situación. Por ejemplo, si cuando salimos a cenar con nuestros amigos, ellos tienen una idea creada de que tu pareja y tu tienen una relación donde la mujer es la de los pantalones, actuamos para alimentar esas expectativas, haciendo una comedia falsa de la relación frente a ellos, y sirviéndoles con par de líneas de un guión improvisado, que definen cada rol justo como ellos esperaban. Si te encuentras en una situación donde sabes que una amiga que no quieres perder, secretamente te detesta, actúas en baja y dándole muchos cumplidos para hacerla sentir superior, y dejándole saber cuán supuestamente no perfecta tu vida es. O cuando tus compañeros de trabajo entran en crisis porque son unos incompetentes, actúas para resolver sus problemas, haciéndoles creer que la resolución siempre fue de ellos. Pero está el otro lado de la moneda: cuando por lo contrario nos creemos superiores a lo que la gente piensa de nosotros y comenzamos a improvisar maneras manipuladas para establecer nuestro lugar, y hacerlos sentir inferiores, alardeando lo que carecemos, hasta que todos lo creen. A veces hasta usamos preguntas que nosotros mismos contestamos para establecer nuestro fingido conocimiento, y hacerle creer a los demás que siempre tenemos la razón. En otras ocasiones el libreto de nuestro personaje es la alegada experiencia, que se convierte en nuestra excusa para tener la última palabra o la respuesta correcta. Y a veces nos creemos que salimos victoriosos, pero siempre hay alguien que nos define, siempre hay alguien que hace un "call" a nuestro "bluff". Y entonces recurrimos a sacar de nuestro clóset otro personaje para remediar la situación, entrando en un ciclo.
Cada vez que creamos un personaje adicional, o convocamos uno de los ya pre-existentes, para ser alguien que en nuestro ser sabemos que no somos, nos perdemos en ese vacío lejano a nuestra identidad, nos minimizamos, nos restamos valor. A veces somos lo suficientemente ingenuos para engañarnos utilizando estos personajes creados, como protección, porque detestamos el verdadero yo, o peor aún, porque no conocemos ese verdadero yo. Pero al final del día, la Realidad desenmascara nuestra producción teatral, enfrentándonos ante ese espejo, en cual la mirada burlona y profunda sí sabe quiénes somos...
-S.Mateo